Barnevernet es el
sistema de «protección social» de Noruega para los menores... pero no funciona como ningún otro... se sospecha de un turbio negocio |
ReligiónenLibertad / La Nuova Bussola Quotidiana, 30 de Outubro de 2018
A indústria de roubar crianças aos pais pelas «seguranças sociais» para vendê-las como adoptadas ou servirem de matéria prima a alimentar «instituições de acolhimento» atingiu níveis incríveis na Noruega, como também no Reino Unido.
Em Portugal, esta indústria existe igualmente, com parcerias diversas constituindo o complexo social-industrial. Um desses notáveis parceiros da indústria é o chamado «Instituto de Apoio à Criança» de Manuela Eanes, Dulce Rocha e Laborinho Lúcio. Estes «amigos das crianças», além de apoiarem este crime contra a família — rapto e estatização de crianças de famílias mais vulneráveis —, vão ao ponto de defender a entrega dessas crianças aos chamados «casais» homossexuais», como fizeram quando da aprovação dessa sinistra lei.
Barnevernet, los espeluznantes sistemas sociales infantiles de Noruega no se parecen a nada en todo el mundo. Hay manifestaciones de familias en numerosos países, embajadas de medio planeta pidiendo que se devuelvan los niños sustraídos por Noruega, una opacidad inconcebible y unos mecanismos que no entiende ningún otro país.
Estos sistemas sociales se llevan a los niños, sobre todo de inmigrantes, con las más absurdas excusas y los entregan a «familias de acogida». A menudo ignoran incluso sentencias de los tribunales y no rinden cuenta a nadie. Las denuncias de la prensa y tribunales de toda Europa son desdeñadas por el país nórdico.
Alitcia Forsberg-Qaushi, una sueca casada con un albanés, ha visto como estos funcionarios se llevaban a sus 4 hijos después de acosar a la familia durante meses. Ella cree que detrás hay un gran negocio a nivel nacional: las «familias de acogida» reciben tanto dinero del Estado por quedarse con los niños confiscados que no necesitan ni trabajar. Lo explica en La Nuova Bussola Quotidiana.
Alitcia, sueca, y su marido, albanés, han visto como los servicios sociales
de Noruega secuestraban a sus 4 hijos hace un año: apenas les han dejado verlos
y no dan ninguna razón legal seria... cientos de familias inmigrantes han sufrido
lo mismo
*****
Noruega:
«El Estado me ha robado a mis hijos sin motivo»
Tras el escándalo de
pedofilia que ha visto implicados a los servicios sociales noruegos, famosos
por arrancar de sus casas a miles de niños cada año (sobre todo a hijos de extranjeros), Alitcia
Forsberg-Qaushi ha querido contar su historia a La Nuova Bussola
Quotidiana. También su caso, como el de las madres entrevistadas en el documental de denuncia
de la Bbc,
habla de hipótesis y especulaciones fundadas en la nada y de un sistema social
infantil (Barnevernet o CPS, «Child protection service») prepotente
y corrupto.
El
jardín de infancia empezó a buscarles «fallos»
Todo empezó hace un año
con la acusación de «falta de límites y organización» por parte del
jardín de infancia en el que la mujer, madre de cuatro niños, mandaba
a sus tres hijos mayores. Según la familia, – ella es sueca y él es albanés –,
el conflicto se inició cuando tuvieron algún contraste de opiniones con el
jardín de infancia por el hecho de no estar plenamente de acuerdo con su
sistema educativo, ya que la dirección del centro se quejaba de que no
dejaran a los niños allí a jornada completa.
«Inicialmente decían que
la comida que mis hijos llevaban de casa era muy pesada. Se enfadaron
porque además de la comida había un yogurt, que no sabíamos que estaba
prohibido; no somos noruegos, por lo que no conocíamos exactamente cuáles
son las reglas».
Sin embargo, esto era, para el jardín de
infancia, un signo de la falta de límites y reglas necesarios para el
crecimiento de los niños.
El marido de Alitcia:
una y otra vez los servicios sociales han querido enfrentar a los esposos
En
cuanto llevó al cuarto niño, los servicios los secuestraron a todos
Entonces Alitcia
aún estaba de baja maternal, pero la obligaron a inscribir
inmediatamente a su cuarto hijo en el jardín de infancia. El pequeño
tenía un año, «pero obedecí; tres semanas después se llevaron del
jardín de infancia a mis cuatro hijos». Los niños fueron separados y entregados
a tres familias de acogida con un permiso de visitas maternas de 12
horas al año y de 4 horas para el padre.
Pero hay
más. Unos meses antes de sustraer a sus hijos, el jardín de
infancia envió a su casa a una empleada de los servicios sociales, «que
no nos reveló su identidad y que se comportaba como una policía, sin
tener en cuenta el hecho de que sus visitas podían traumatizar a los pequeños».
También en el caso de Alitcia, como en los
citados por la BBC, los informes de los empleados del CPS «estaban
llenos de errores y de acusaciones falsas, fundadas sobre una interpretación de
los hechos absolutamente opinable». No solo, porque «en los documentos se leen
frases como esta: 'Si no os centráis en un trabajo, esta familia se colapsará'».
De hecho, «le dijeron a mi esposo que tenía que quedarse en casa,
mientras yo iba a trabajar. Y como queríamos cambiar a nuestros hijos de
jardín de infancia, nos garantizaron que si lo hacíamos habríamos
perdido la custodia: los niños tenían que permanecer en el jardín de infancia
cada día de las nueve de la mañana a las tres de la tarde».
El
papel del dinero: ¿por qué va a «familias de acogida»?
Según los servicios
sociales, el nivel económico de la familia no era suficiente, «pero en lugar de
ayudarnos, si esta era su opinión, han preferido reclamar la custodia
de los niños proporcionando el Estado, por cada uno de ellos, entre
seiscientas mil y un millón de coronas (entre 63.300 y 105.000 euros);
una gran parte de este dinero va a las familias de acogida noruegas,
que así pueden permitirse no trabajar. El Estado da también premios en
dinero a los empleados de CPS que sustraen a los niños de sus familias».
Acosando
a la familia
Además, la dificultad
económica de la familia lo causaba el propio Barnevernet: «Durante un periodo, los
empleados de los servicios sociales nos controlaban todo el día, de la mañana a
la noche; estaban en casa con nosotros y contribuían a crear un clima de
constante tensión».
«Nos daban sólo tres horas libres al día, en las que podíamos salir a hacer recados o ir a buscar a los
niños al jardín de infancia, por lo que no podíamos trabajar. Esto
nos obligó a evitar muchos gastos; así, cuando el coche se averió, no pudimos
llevarlo a un taller, por lo que teníamos que caminar tres horas al día para
llevar y recoger a los niños del jardín de infancia. Llegábamos a casa agotados».
Alitcia nos ha mostrado diversos vídeos que documentan el largo recorrido.
Manifestación en 2016
contra la Barnevernet, a raíz de que secuestraron los 5 hijos de la familia
Bodnariu; se acumulan los casos en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Acusar
al marido, sin indicios
A la familia se
le propuso también ir a un «Family Center House», a lo que se negaron por miedo
a que lo siguiente fuera, como sucede a menudo, la sustracción de sus hijos.
Sólo entonces «mi marido fue acusado de violencia doméstica», motivo
por el cual, por orden de Cecilie Tönnessen, una de las responsables del CPS,
Ann Tharaldsen fue enviada a interrogar a los pequeños sin que lo supieran
sus padres.
«Hemos podido ver
las grabaciones – continúa Alitcia –, y las preguntas son formuladas de
modo que los niños están obligados a responder según las acusaciones. Pero
como ellos no cayeron en la trampa, la policía tuvo que cerrar el caso».
A pesar de todo
esto, a la familia se le prohibió moverse durante las vacaciones de
verano y, además, «a nuestros hijos se les impuso que tenían que pasar todos
los días del verano en el jardín de infancia».
Hasta que, en septiembre de 2017, les fueron
sustraídos «y aún hoy el Cps nos trata como si fuéramos culpables y los
mantienen bajo su custodia».
¿En qué medida está implicada la policía?
Son muchos los
detalles que no cuadran. Por ejemplo, «cuando mi marido le preguntó a la
policía por qué había esperado tanto tiempo (tres meses) para intervenir
después de las acusaciones presentadas por el Cps, la respuesta fue que no
había sitio libre en la 'casa de los niños' en la que la policía suele llevar a
cabo los interrogatorios».
Alitcia ha
llegado por lo tanto a la conclusión que existe «una colaboración poco
trasparente entre la policía y el CPS, con un proyecto ya predefinido
para llevarse a miles de hijos de las familias: tenían que
construir un caso que justificase la decisión de los servicios sociales de
quitarnos los nuestros a toda costa».
Además, no se
comprende por qué el Barnevernet ha negado a la familia un psicólogo
que valorara la capacidad de los padres, mientras que «en el
Fylkesnämnd (una especie de tribunal de familia) se llamó al estrado a
Einar Heiervang, un psicólogo que no había tenido nunca contacto con
nosotros ni con los niños, y que ha escrito un informe basándose
únicamente en el material de los servicios sociales, declarando que yo era apta
para ser madre pero que el problema era mi marido».
Volver a los cónyuges uno contra otro
¿Cómo es posible?
Desde el inicio, continúa Alitcia, el fin «era ponernos uno contra el
otro». A la mujer se le propuso admitir las culpas paternas para
volver a tener la custodia de los niños: «Tenía también que distanciarme de él,
echarle de casa y poner fin a cualquier relación o comunicación. En
resumen, tenía que pasar a ser madre soltera».
El hecho es que
si bien se ha demostrado que las acusaciones eran infundadas y que el
caso no se sostiene, hace un año que los niños están lejos de
sus padres.
«Cuando hemos
preguntado a la policía por qué nuestro caso estaba en espera en lugar de ser
reenviado a juicio, nos han repetido que ¡aún no tienen pruebas contra el
padre!».
Los niños que Barnevernet se lleva quedan dañados
Actualmente,
Alitcia y su marido Armend están buscando toda vía legal posible para volver a
llevar a sus hijos a casa; además, cuanto más pase el tiempo, más riesgo hay de
que los niños sean «adoptables». «Quiero añadir que el 70 por ciento de
los niños dados en acogida en Noruega son criminales o toxicodependientes [al
crecer sin sus padres, nota de ReL]. Además, si a su vez ellos en un futuro
tienen hijos, es probable que el CPS se los quite con la excusa de que tienen
un historial problemático a sus espaldas».
Seguir la pista al negocio detrás de Barnevernet
Todo esto, según Alitcia, está vinculado a un conjunto de motivos ideológicos y de mercado: «El Barnevernet cotiza en la bolsa y todos tienen beneficios cuando un niño es sustraído a su familia».
Los servicios sociales en Noruega tienen tal poder que si un tribunal decide que un niño deber ser devuelto a sus padres, pueden negarse a devolverlo a la familia e «incluso pueden prohibir que casos individuales puedan ser discutidos a nivel gubernamental, o que los menores puedan recurrir individualmente a la ONU por la violación de un derecho por parte del Estado».
Los medios de comunicación en Escandinavia están lejos de mostrar una imagen como la que describe Alitcia que, citando las estadísticas, recuerda que «son casi 5 los niños que son sustraídos cada día a sus familias (más de 1.545 al año) en este pequeño país que tiene un total de seis millones de habitantes. Si pensamos que todo esto empezó hace muchos años, se puede decir que en veinte años el 30 por ciento de una generación de niños ha sido separada de sus padres. Hay también estadísticas sobre los muertos y los suicidios entre los niños que están bajo la custodia del CPS».
Si se pregunta a Alitcia el porqué ideológico de este ensañamiento, ella responde hablando de su experiencia y de la de miles de familias: «El Estado quiere adueñarse de nuestros hijos por distintos motivos. Uno es que nuestra mentalidad no es noruega y que no queríamos aceptar que se nos impusiera cómo debíamos educar a nuestros hijos; por esto, la mayoría de las familias que pierden a sus hijos son extranjeras y con pocos recursos, por lo que tienen pocos medios para contraatacar: conozco a personas que se han atrevido a decir la verdad sobre la corrupción de los servicios sociales y han perdido su trabajo y, a veces, a sus hijos».
Seguir la pista al negocio detrás de Barnevernet
Todo esto, según Alitcia, está vinculado a un conjunto de motivos ideológicos y de mercado: «El Barnevernet cotiza en la bolsa y todos tienen beneficios cuando un niño es sustraído a su familia».
Los servicios sociales en Noruega tienen tal poder que si un tribunal decide que un niño deber ser devuelto a sus padres, pueden negarse a devolverlo a la familia e «incluso pueden prohibir que casos individuales puedan ser discutidos a nivel gubernamental, o que los menores puedan recurrir individualmente a la ONU por la violación de un derecho por parte del Estado».
Los medios de comunicación en Escandinavia están lejos de mostrar una imagen como la que describe Alitcia que, citando las estadísticas, recuerda que «son casi 5 los niños que son sustraídos cada día a sus familias (más de 1.545 al año) en este pequeño país que tiene un total de seis millones de habitantes. Si pensamos que todo esto empezó hace muchos años, se puede decir que en veinte años el 30 por ciento de una generación de niños ha sido separada de sus padres. Hay también estadísticas sobre los muertos y los suicidios entre los niños que están bajo la custodia del CPS».
Si se pregunta a Alitcia el porqué ideológico de este ensañamiento, ella responde hablando de su experiencia y de la de miles de familias: «El Estado quiere adueñarse de nuestros hijos por distintos motivos. Uno es que nuestra mentalidad no es noruega y que no queríamos aceptar que se nos impusiera cómo debíamos educar a nuestros hijos; por esto, la mayoría de las familias que pierden a sus hijos son extranjeras y con pocos recursos, por lo que tienen pocos medios para contraatacar: conozco a personas que se han atrevido a decir la verdad sobre la corrupción de los servicios sociales y han perdido su trabajo y, a veces, a sus hijos».
Romper familias y anular a los padres
A Alitcia le
viene a la mente la novela 1984 de George Orwell «en la que el
Estado se adueña de sus ciudadanos», ya que considera peligroso a quien se
distancia de su ideología. Basta pensar que «Noruega, en general, prefiere a
las madres solteras que a las familias: el sistema de ayuda económica está
construido de tal modo que los beneficios son mayores para los solteros que
para las familias. De hecho, han intentado en varias ocasiones convencerme
para que me separe de mi marido, explicándome que habría recibido más dinero del
Estado».
¿Y los progenitores? «No son ni tan siquiera
considerados; de hecho, a menudo la madre es declarada desde el momento del
nacimiento no apta como progenitor y el hijo es dado en acogida sin que el
padre tenga la mínima posibilidad de criarlo».
He
aquí el motivo por el que el documental de la
Bbc hablaba de familias noruegas que
viven aterrorizadas por el Barnevernet; pero después del caso internacional de la familia Bodnariu (cuyos cinco hijos fueron arrancados a sus padres por su educación
cristiana) están empezando a rebelarse.
Quotidiana por Elena Faccia
Serrano)
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